domingo, 4 de septiembre de 2016

revuelco

En mis ensoñaciones miro siempre hacia otro lado. Afloran sentimientos que acostumbro a desechar, con ello me niego y no me dejo estar. Cuando palpo mi vacío, atisbos de luz intentan conducirme a una densidad más allá de lo puramente corpóreo. Me imagino divisando la levedad de la no existencia, contemplando mi desaparición. Pienso en la brisa fría que me mece en la caida por un pozo negro con una profundidad que se escapa de mi percepción. Hay tactos que son un inmenso consuelo para mi pecho cuando busca retomar el aire perdido entre los sofocos. Engatusada con aquellos dos ojos que me arrancan la piel y desnudan mi hondura, volviéndome vulnerable con mesura al contacto pero, por el contrario a mi norma, me acerco yo sin miedo para ronronear y rozarme con ese gato.

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