lunes, 26 de septiembre de 2016

Algo así

No quiero saber nada
ni de ti, ni de ella, ni de nadie.

Mirar mi desnudez
sin sentirme pequeña,
vulnerable,
ni cosificada.

Bailar en la mar salada
desnuda
inestable y
balanceada.

Reir alto
sin sentirme juzgada.

Dar pasos lentos
bajo una lluvia rápida
sin ser señalada.

Andar por la calle
sin ser chistada
acosada
ni humillada.

Menstruar
sin ser evitada
incomprendida
ni escondida.

Hablar con desconocids
sin sentirme paralizada
invadida
ni atacada.

Quemar un banco
y no ser aplaudida
ni rechazada.

Por eso,
no quiero saber nada
ni de ti, ni de ella, ni de nadie;
pero sobre todo por eso,
no quiero que se sepa nada
de mí.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Catapún

El sonido de mil cristales rompiéndose a la vez,
disparándose en una dirección sin rumbo
hasta encontrar un cuerpo en el que apaciguar su llanto.
El sonido de mil cuerpos retorciéndose a la vez.
El sonido de objetos cayéndose por sus torpes pasos.
El silencio termina inundando el mundo con pedazos.
A través de la rendija de dos párpados
respiro la intranquilidad, el desasosiego, la perturbación,
y finalmente, saboreo la última bocanada
perfumada con aquella sangrienta paz
que comenzaba a cargar la atmósfera.

domingo, 4 de septiembre de 2016

el baile

Algo dentro de mí se esta ahogando,
se estrangula mientras llora de pena.
Camina por la ciudad arrastrando los pies
y bidones de gasolina.
En su bolsillo lleva
una caja de cerillas
Golondrina.
Su camino se oscurece,
se comienzan a escuchar,
pisadas sobre tierra
levanta la vista y
ve rayos de sol
que atraviesan
los huecos
que las ramas
dejan.
Se deshace de su ropa,
pendientes
cerrillas
bidones
zapatos
y corre
y corre
y da vueltas
y se revuelca
y se mancha
y trepa
y ríe
y grita
y espera
que algún día
no sea ella quien
con sus manos
acabe con todo
sino Ella,
La salvaje,
la que un día
nos sacuda
con su rabia
y nos mate
con todas y cada una
de sus hermosas
ramas,
troncos,
aguas
vientos,
tierras,
piedras,
fuegos y
garras


revuelco

En mis ensoñaciones miro siempre hacia otro lado. Afloran sentimientos que acostumbro a desechar, con ello me niego y no me dejo estar. Cuando palpo mi vacío, atisbos de luz intentan conducirme a una densidad más allá de lo puramente corpóreo. Me imagino divisando la levedad de la no existencia, contemplando mi desaparición. Pienso en la brisa fría que me mece en la caida por un pozo negro con una profundidad que se escapa de mi percepción. Hay tactos que son un inmenso consuelo para mi pecho cuando busca retomar el aire perdido entre los sofocos. Engatusada con aquellos dos ojos que me arrancan la piel y desnudan mi hondura, volviéndome vulnerable con mesura al contacto pero, por el contrario a mi norma, me acerco yo sin miedo para ronronear y rozarme con ese gato.