domingo, 6 de noviembre de 2016

Tiempo

A veces pienso en trampear al tiempo. Ponerle la zancadilla cuando pasa por delante corriendo. Clavarle el codo de frente cuando se abalanza contra mí. Desparramar aceite y que patine fuera de si. Bueno, no. Nos trampearía a nosotros mismos, a nuestros ritmos, a nuestra rutina, al concepto de aprovechar el tiempo, a lo normal, a las horas de entrada y de salida. Bombearía las alarmas taquicardicas, las campanas del colegio, los relojes de muñeca, móvil, bolsillo, pared y mesa, los planes de futuro y a las culpas de los fallados, a la prisa, bombearía nuestro tiempo y despertaría cuando no pudiera dormir más tras haber anochecido cuando mis párpados pesasen más de lo habitual.

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