Naufragios más grandes comenzaron con lo que parecía un insignificante golpe en una coraza de titanio. Hasta que no sientes el tacto revuelto del agua ni despiertas. Ahogada la mente antes que la respiración. Sin rumbo pero a la deriva. Los botes ya se van y veo como los salvavidas se alejan por la línea que une la oscuridad del cielo con la del océano.
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